lunes, 23 de enero de 2017

A la carta

¿Quién no recuerda aquella canción de corro que decía: "Cuando venga el cartero, qué cartas traerá, si serán de mi amante o de quién serán"? Hoy apenas se canta esta canción del mismo modo en que apenas se salta a la comba.

La sesión del viernes la dedicamos a las cartas, al género epistolar. Señala Antonio de Armenteras en su libro Epistolario y redacción de documentos que la carta es de quien la recibe.
Eulalio Ferrer Rodríguez en su artículo "Reivindicación del género epistolar" señala que "el diálogo epistolar es uno de los pocos espacios comunicativos que se salvan de las mecanizaciones masivas y atolondrantes de un tiempo cada vez más dominado por la amnesia y el insomnio".

Hablamos de libros. Del titulado Querida abuela... Tu Susi de Christine Nöstlinger, una deliciosa historia tejida con las cartas que Susi, de vacaciones en Grecia, le escribe a su abuela. Qué buena forma de inculcar a los más pequeños el aprecio por las cartas, una forma de comunicación que se presta al detalle, a la anécdota, pero también a la intensidad que destilan las emociones.
Hoy día, en que los niños apenas escriben al ratoncito Pérez y a los Reyes Magos no estaría mal que aprendiesen el valor de las cartas.





Y nos detuvimos en un libro que pasó inadvertido en su primera edición pero que se convertiría tiempo después en un clásico del género epistolar:  84, Charing Cross Road de Helene Hanff. Una historia construída con las cartas que durante veinte años tuvieron como protagonistas a Helene Hanff, una lectora americana incansable y buscadora de libros especiales, y a los libreros de Marks & Co., librería situada en la calle de Londres que da nombre al libro.
La historia, llena de ironía y sutileza, es todo un homenaje a los libros de viejo, a los grandes lectores y escritores y a las propias cartas, a través de las cuales se afianza la amistad de los protagonistas. ¿Quién iba a decirle a Helene Hanff que sus cartas se convertirían en un libro, en una obra de teatro y en una película?




Transcribimos aquí una de las cartas de 84, Charing Cross Road:

14 East 95 th St. New York City

A todo el personal del 84 de Charing Cross Road:
Mil gracias por su maravilloso volumen. Jamás he tenido un libro con todos los cantos dorados. ¿Creerán ustedes que, además, me llegó justamente el día de mi cumpleaños?
Habría deseado que no hubieran sido ustedes tan excesivamente correctos dedicándomelo en una tarjetón adjunto, en lugar de escribir su dedicatoria en la página de guarda del propio libro. Pero ustedes son libreros, claro..., y se les nota: han temido que una dedicatoria manuscrita en el libro le hiciera perder valor..., cuando para su actual propietaria lo habría incrementado muchísimo. (Y posiblemente también para un futuro propietario. A mí me encantan las inscripciones en las guardas y las notas en los márgenes: me gusta el sentimiento de camaradería que suscita el volver páginas que algún otro ha pasado antes, así como leer los pasajes acerca de los que otro, fallecido tal vez hace mucho, llama mi atención.)
¿Y por qué no han firmado con sus nombres? Me imagino que Frank no les debe de haber dejado hacerlo: ¡probablemente no está dispuesto a consentir que yo escriba cartas de amor a nadie más que a él de esa casa!
Les envío saludos de América..., de esa amiga infiel que está derrochando millones en reconstruir Japón y Alemania, mientras permite que Inglaterra pase hambre. Algún día, si Dios quiere, iré a pedirles personalmente disculpas por los pecados de mi país (y cuando llegue el momento de regresar a éste, sin duda tendré que pedirles disculpas también por los míos propios).
De nuevo gracias por este hermosísimo libro. Pondré especial cuidado en evitar mancharlo de ginebra o ceniza, porque realmente es demasiado bello para una persona tan descuidada como yo.
Con el afecto de

Helene Hanff


Hicimos un breve repaso por algunas curiosidades relativas a las cartas, como la historia del hombre que se envió a sí mismo; el cómico americano que enviaba cartas surrealistas a hoteles, tiendas y empresas; las cartas dirigidas a Dios o la curiosa historia de Paco que escribió dos correos al cantautor portorriqueño Tommy Torres para que le ayudase a conseguir el amor de una chica y que éste convirtió en canción. Podéis leer todas estas historias aquí.


También hablamos de las cartas "en capilla" o cartas de capilla, escritas por presos momentos antes de ser ejecutados. Como la carta que Blanca Brisac, una de las "Trece rosas", escribió a su hijo y en la que no se advierte ni rencor ni odio hacia sus verdugos. Hiela el alma la entereza y la rectitud moral con que está escrita:

Querido, muy querido hijo de mi alma,
En estos últimos momentos tu madre piensa en ti. Sólo pienso en mi niñito de mi corazón que es un hombre, un hombrecito, y sabrá ser todo lo digno que fueron sus padres. Perdóname, hijo mío, si alguna vez he obrado mal contigo. Olvídalo hijo, no me recuerdes así, y ya sabes que bien pesarosa estoy.
Voy a morir con la cabeza alta. Sólo por ser buena: tú mejor que nadie lo sabes, Quique mío.
Sólo te pido que seas muy bueno, muy bueno siempre. Que quieras a todos y que no guardes nunca rencor a los que dieron muerte a tus padres, eso nunca. Las personas buenas no guardan rencor y tú tienes que ser un hombre bueno, trabajador. Sigue el ejemplo de tu papachín. ¿Verdad, hijo, que en mi última hora me lo prometes? Quédate con mi adorada Cuca y sé siempre para ella y mis hermanas un hijo. El día de mañana, vela por ellas cuando sean viejitas. Hazte el deber de velar por ellas cuando seas un hombre. No te digo más. Tu padre y yo vamos a la muerte orgullosos. No sé si tu padre habrá confesado y comulgado, pues no le veré hasta mi presencia ante el piquete. Yo sí lo he hecho.
Enrique, que no se te borre nunca el recuerdo de tus padres. Que te hagan hacer la comunión, pero bien preparado, tan bien cimentada la religión como me la enseñaron a mí. Te seguiría escribiendo hasta el mismo momento, pero tengo que despedirme de todos. Hijo, hijo, hasta la eternidad. Recibe después de una infinidad de besos el beso eterno de tu madre.

Blanca Brisac


Mostramos aquí el enlace de las cartas que Fernando Arrabal escribió en 1971 al general Franco, al rey de España, a los comunistas, a Fidel Castro y a Stalin, editadas por Reino de Cordelia bajo la supervisión de su gran amigo Pollux Hernúñez.

También escuchamos algunas canciones relacionadas con las cartas. Seguro que a nadie se le escapan los temas "20 de abril" de Celtas Cortos, "Un ramito de violetas" de Cecilia, "Carta de un león a otro" de Juan Carlos Baglietto o "Carta a Ufemia" de Pedro Infante y que reproducimos aquí:




Propuesta de escritura

Escribir una carta llena de emoción. Tan sencillo y tan difícil a la vez.


A continuación publicamos los trabajos que han ido llegando hasta ahora:


Carta a un desconocido
A ti, lector:

Gracias por tenerme en tus manos. Eres para mí anónimo, al igual que lo soy yo para ti.
Tus ojos recorrerán estas palabras a la vez que tus manos pasean por el camino que mis dedos dejaron. Se juntarán tus huellas con las mías, tu asombro con mi osadía, tu intriga con mi desconfianza. Querrás saber de mí y yo jugaré para que sigas viviendo siempre con esa incógnita.
A veces soy de espuma, otras de arena. Mi destino, como el de los demás, me maneja a su antojo. En muchas ocasiones me rebelo, otras me paralizan y me aquietan. Sueño, vuelo, deambulo entre un ir y venir de los sentidos. Tengo luces y sombras. Suelto dudas y miedos. Me gusta descubrir, indagar, desnudar todo aquello que nace para ser desvestido.
También me gusta que me arropen el corazón en las noches de escarcha. Soy amigo-a del sol y las estrellas. La Luna es mi gran confidente y con cierta frecuencia me regaña. Ciertos colores no me gustan pero siento predilección por muchos otros. Mi piel siempre fue suave, pero el paso del tiempo va dejando su lastre. Procuro mantener dibujada la sonrisa aunque, cuando al tropezar me duele, suele desdibujarse.
No quiero viajar solo-a, suele ser aburrido, y tampoco hago uso de cualquier compañía.
¿Quién soy? Ni tan siquiera yo lo sé. Cada día me levanto con miles de preguntas.
¿Quién eres? También lo desconozco.
Tan sólo sé una cosa en este instante: Hemos estado juntos un momento.
Si no ha sido de agrado, me disculpo.

Incógnita

Sonsoles Palacios Vaquero

Estimado y admirado maestro Raúl:
En primer lugar, le deseo que esté disfrutando de los paisajes invernales que estos días están dejando en el campo las fuertes heladas, así como de sus viajes con la mochila a cuestas, llevando ilusiones creativas a adolescentes y maestros de media España.
Puestos ya a lo mío, quiero disculparme por el retraso que últimamente acumulo en la entrega de mis deberes. Verá, llevo un tiempo muy ocupado, a pesar de que sus deberes siempre me motivan, no me vaga, como decimos por estas tierras del sur de Salamanca. Y todo ello debido a un grave problema psicológico. Como le cuento, a veces la Psicología en vez de arreglar mentes, las estropea, las complica, creando situaciones que uno no es capaz de gestionar correctamente, pues son tantos los factores intrínsecos y extrínsecos, que mi humilde cerebro ya no es capaz de procesar tanta información.
No quisiera agobiarlo, quitándole tiempo a su tiempo tan creativo, pero aprovechando que hacía mucho que no escribía una carta personal, la mano se me ha desbocado y me surgen tantas cosas, que abusando de la confianza que nos da en clase, allá que le van.
Como le decía la Psicología es un poco la culpable de mi holgazanería creativa -costumbre de echarle siempre a alguien la culpa- me matriculé en la UNED de esta disciplina, pensando que podía superar los conocimientos con facilidad, pero la realidad ha sido bien distinta. A pesar de que me aplico, he tenido los exámenes, para mí difíciles como ellos solos, y lo peor es que le veo poco futuro a mi futuro.
Una vez realizados, espero a partir de ahora aplicarme y ponerme pronto al día, para satisfacer mis deudas con ud.
Aprovechando que en el sobre pueden entrar más de un folio, quería comentarle también algunas cuestiones que en clase no he tenido ocasión de decirle, que considero debo hacerlo, aunque le siga robando más tiempo.
Pues verá, recibí un regalo los pasados Reyes. Esto no tendría mayor importancia, de no ser que se trataba de un libro suyo. ¡Un libro de mi maestro! Grité al abrirlo. Me produjo gran ilusión, que sepa que no es por hacerle la pelota. Es un libro especial donde confecciona poesía a través de las palabras, después del corte realizado por Isabel. Costura muy original la suya, con puntadas gruesas sin hilo, palabras enlazadas paso a paso. Me recuerdan los pasos que ud. me está ayudando a dar para aprender a caminar en este tiempo nuevo que empecé el año pasado.
A pesar de que ya llevo dados más de 30 pasos, aún siento que estoy gateando, no me atrevo a ponerme de pie y soltarme en este terreno tan complicado de las palabras, que te asaltan por el día y la noche, la mayoría descolocadas, que te presionan para que las ubiques en el sitio correcto.
Tengo que agradecerle que gracias a ud. esta tarea es bastante más fácil. No solo ésta, también la de pasar de ser maestro a ser alumno, ha conseguido que las tardes de los viernes, se conviertan en un tiempo donde la creatividad flota en el aire, poniéndonos unos deberes que para ellos querrían muchos alumnos de secundaria, aborregados con los antipáticos ejercicios de los libros de texto, basados en el corta y pega.
Siento no haberlo conocido antes, habría sido maravilloso verlo trabajar con los alumnos de mi colegio, más de uno se habría lanzado a la escritura, pues la ilusión y preparación de sus clases, son herramientas a las que no es fácil ignorar mirando para otro lado.
Quien me lo iba a decir, que después de vivir gran parte de mi vida rodeado de vacas, un VACAS iba a darme de comer creatividad a espuertas para llenar mi tiempo nuevo y seguir por la senda del aprendizaje.
Gracias por todo maestro, reciba un fuerte abrazo.

Antonio Castaño Moreno


Carta a mi amiga
Ayer volví por aquél café y te recordé. Fue en él la última vez que nos vimos.
Ya ha pasado mucho tiempo, unos cuantos años, y te has desdibujado. Tu color, tu relieve te han abandonado un poco.
Tú marchaste a otra ciudad y yo me quedé aquí
Antes de ese último encuentro ya sentía que te habías ido
Pero fui yo la que te dejo partir. De lo cual me duelo.
Pero ya conoces mi actitud en la vida, de no aferrarme a lo que ya no vale. Por lo cuál también me alegro. Me siento libre de los dominios que no quería dejar.
¡No sé muy bien lo que siento! Mejor dicho... Sentí que el lazo, que existió durante tantos años desde nuestra adolescencia en el instituto hasta nuestra madurez se había deshilachado. Nada dura para siempre...
¿Por qué? Tal vez hubo malos entendidos no hablados
O simplemente la vida bifurcó nuestro camino para aligerarnos y volar más alto.
Lo que sí sé es que tenemos una conversación pendiente y por ese motivo te escribo. No con la intención de arreglar la situación sino porque no pienses que estoy indiferente lo cual sería nada.
La indiferencia no es humana. Lo digo porque nos hemos sumergido en el silencio. Sin un reproche siquiera. Seguramente para no hacernos daño.
Cuántas cosas vivimos y compartimos: Reímos, reímos mucho y también lloramos, nos contamos los secretos de nuestro corazón y también cuánto nos ayudamos.
Anduvimos muy lejos geográficamente, la una de la otra. Tú en una parte del mundo y yo en la otra, pero seguimos unidas. No importa la distancia o que no te veas cuando sientes que te tienes.
Esto, el tenernos y mantenernos como grandes amigas durante tanto tiempo, fue un regalo de la vida.
Quedémonos con eso. Doy gracias por ello.
A mi vida han llegado nuevas amistades, pero tú lugar nadie lo ocupa
Hasta siempre... amiga, la de toda una vida.

P.D. “Suenan las campanas del olvido pero es imposible olvidar lo que tanto se ha querido”.
¿Te acuerdas? Seguro que sí. La canción que cantaba, cuando me invadía la melancolía. Y a ti tanto te entristecía...

Carmen Alonso Huerta


Las cartas de Eros y Thanatos
Querida Lera,

Estoy esperando tu llegada, con tantas ganas de amarte. Mis pupilas hacen desaparecer el iris, expectantes por ver tu cara, tu pequeño cuerpo sonrosado, tus diminutos pies perfectos.

Quizás no encuentres el camino para llegar hasta aquí. Confusa, ante tantos acontecimientos ajenos a nosotras. Seguro que te has perdido como yo, en la idea y en el miedo de encontrarnos solas. Quizás esperabas tener los ojos de papá y ya no es posible.

No has de temer a las noches, estaremos ocultas a las sombras. Aprendí a no tener miedo y te enseñaré como se hace para perderlo. Es muy fácil, solo tienes que dejarlo sobre la repisa de la ventana y el viento, hará el resto.

Cuando llegues, te enseñaré a quererte, a que te respetes como mujer y puedas vivir siendo tú misma. Aprenderás, por encima de lo que dicen, que uno puede quererse a si mismo y a la vez amar a otros muchos. Créeme, hay miles de maneras de amar. Es lo más bonito que puedes heredar de mí, mi capacidad de sentir. Se pueden compartir vidas y recuerdos sin que pierdas tu esencia y tu luz.

Te acompañaré en tus dudas y tus tristezas. Cuando te hagan daño solo podré estar cerca de ti y dejarte llorar. Pero te aseguro que vivir la vida con intensidad, ilusionarse, enamorarse, crecer, aprender y soñar….., no debes dejar de hacerlo a pesar del dolor que produce a ratos. Vale la pena, te lo aseguro. Dolor de ratos, que solo ocupan un segundo en una larga vida, como será la tuya. Lo comprobarás al final del camino. Unos segundos. Pocos.

No dejaré nunca que te conviertas en quien no quieres ser. Ni te obligaré a aprender ballet, ni a llevar la ropa que me gusta a mí. Serás tú. Yo solamente te acompañaré en esta vida el tiempo que pueda y en tu recuerdo cuando ya no esté.

Prometo llevarte en brazos y sobre mi cadera cuando te canses, luego de la mano hasta que quieras soltarte. Te dejaré subir a los árboles, meter los pies en los charcos y acariciar a los perros callejeros.

Nunca leí libros para ser madre, ni sé de tendencias ni de crianzas. Solo escucho a quien me habla de ello entre sorprendida y temerosa. Pero recuerdo mi infancia feliz, libre, creativa, con sol y nubes con formas en el cielo. Y espero conseguir que la tuya sea aún mejor.

En el resto de tu vida, cuando ya no me necesites tanto, permaneceré cerca. Ya sabrás decidir por ti misma, luchar por lo que deseas, amar a quien elijas..., serás una mujer adulta inteligente y fuerte. Aunque seguro que buscarás mis abrazos de madre y mis besos. Yo sigo buscando el calor en la mía, sobre todo en los días de viento. Soy afortunada.

Ven pronto mi amor, te estoy esperando.

Tu madre.


* * *


Queridos Necios,

¿Habéis tenido alguna vez un sufrimiento tan grande que no podéis controlar?

Ese sin sentido de la vida, los sueños incumplidos, los esfuerzos inútiles...., no hay salida.

Escucháis día tras día: "tienes que cambiar, "no ves nada positivo", "que más quieres si lo tienes todo". ¡Cómo si fuera un estúpido que me gusta recrearme en mi propia mierda, en mi dolor, en mis ganas de llorar sin parar! En ser un niño asustado siendo hombre. ¡Cómo si no quisiera cambiar ese sufrimiento que no sé por dónde viene!, ¡es de tontos!

Creen que quieto dar lastima, ser víctima y presa de mis pensamientos. ¡Odio dar lástima!, así que por ese camino van mal los consejeros de la alegría, los hipócritas de vidas perfectas. Esos que te solucionan la vida queriendo que seas como ellos. Aburridos zombis de este mundo que siempre gira hacia el mismo lado.

No quiero sufrir, no soy eso que ven en mí. Simplemente mi cabeza no me deja, a pesar de lo que lucho contra ella. Si pudiera arrancarla y que la sangre se desbordara hacia los ríos. Eso al menos contribuiría a algo. Mi carroña sobre la maleza para las alimañas y mi sangre esparcida regando el suelo. Volver a la tierra, que mis moléculas formen parte de algo que al menos, merece la pena mirar. Naturalezas vivas que no muertas.

No puedo con tantos cambios a la vez. No hay nada dentro de mi salvo huecos. Una vida atada a las decisiones de mis padres y de mi mujer. De qué pensará mi familia, mi jefe y los que se llaman amigos. Atado al qué dirán.

¿Y dónde he quedado yo en todo esto? En un nudo que me oprime el alma y solo me permite respirar a base de pastillas que anulan mi dolor y me permiten sobrevivir. Para que los de alrededor vean que hay un cuerpo que se viste por las mañanas, se sienta a comer en la mesa y llega por la tarde del trabajo. Eso soy, sólo un cuerpo cuya desnudez va dejando asomar cada vez más las costillas y la punta del corazón latiendo descontrolado.

Pero no importa, porque es justo lo que necesitan. Saber que estoy, no quien SOY. Da igual que no me sienta feliz mientras a ellos no les haga daño.

Y busco las maneras de desaparecer sin dejar culpables, un accidente de tráfico, una caída torpe limpiando una ventana. Sólo, por no dejar culpables.

Pero quizás lo sean, por no aceptar que estoy triste, que no puedo solo, que necesito ayuda. No reproches ni malas caras por no parar de llorar. Por no entender que necesito comprensión, respeto a mi sensibilidad, tiempo para curarme el alma.

Sobrevivir. Despegarme de la pared a la que permanezco anclado por un simple celofán, solo tengo que dar un paso y..... Saltar.

Si supieran los años que llevo luchando solo contra esto. La tristeza incontrolable, la soledad. Rodeado de tanta gente y solo. Si no te comprenden, se alejan. Sino vas por su camino, no hay sendas paralelas. No es cierto. Mirar desde arriba ese mapa que ven las aves, cientos de sendas para llegar a cientos de lugares, lejos de la autopista de los necios.


Quiero hacerlo, son años de dolor que llega a ser tan físico... Daño de carne y hueso, dolor que oprime. Morir da paz. Aunque los egoístas de siempre no puedan verlo. Morir. Qué mi cabeza descanse. Y que mi cuerpo la acompañe decepcionado de todo a la tumba.

No debí déjala marchar.

El niño hombre.

Sara Diego

1 comentario:

  1. Hola compañeros, aún sigo intentando hacer mis deberes, he escrito tantas cartas en los últimos tres años.... me han emocionado tanto las vuestras que me ha hecho sentirme muy cerca de vuestras emociones. Enhorabuena.

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