martes, 19 de enero de 2016

Escrito está en mi alma

La sesión del día 8 de enero la dedicamos a Garcilaso de la Vega. En ella no solo hablamos del poeta sino de su influencia en escritores como Miguel Hernández, Luis Cernuda, Rafael Alberti, Amalia Bautista, Luis García Montero o Aníbal Núñez, entre otros muchos. Pero también nos acercamos a la vida bucólica y pastorial y trazamos nuestro particular "locus amoenus".


Dejamos aquí un breve repertorio de textos extraídos de la gaceta con la que trabajamos, el primero de Aníbal Núñez, el segundo de Amalia Bautista:

Salicio vive en el tercero izquierda

Ni siquiera hay lugar para que sea
dulce el lamento, musical el llanto:
aire claro, alta cumbre, verde valle
alivian, glorifican, oxigenan
las lágrimas: las hacen respirables,
navegables a la luz la soledad...

Pero, decidme, aquí, que mi ventana
-y es suerte que no encuentre otro bostezo
en la pared de enfrente, abajo un patio
donde soñar la muerte
nueve con ocho metros por segundo-
da a un jardín profanado por la prisa,
a una boca de riego violentada,
a un árbol flagelado por los sábados,
a un puré de residuos,
al reino que alquilaron los pastores
que vendieron al lobo los rebaños...
aquí, ¿qué abrazo cabe
con que me consuele
del difunto dolor -no hay dolor vivo:
hiere el hedor- de tu distancia?

     Sólo
cabe un camino, un ápice de gloria:
llamar al ascensor, bajo el amparo
de la noche, ocultar unas tijeras
hasta la portería y, mientras pulsas
el botón de regreso, ante la luna,
ceñir con hiedra artificial la frente.


Galatea

No sabía qué hacer aquella tarde.
Tú estabas enfadado y no querías
salir. Me fui al Parque del Oeste
y estuve paseando mucho rato
sin encontrar un alma. En el invierno
casi nadie pasea por los parques.
No pensé nada. Me senté en un banco
y encendí un cigarrillo. De repente
un hombre joven se sentó a mi lado.
Le miré y vi que había un solo ojo
en mitad de su frente, un ojo oscuro,
tristísimo y brillante. Me miraba
como pidiendo ayuda, suplicando.
Ninguno de los dos dijimos nada.
Él miraba mis ojos y yo el suyo.
En silencio empezó a llorar despacio,
se avergonzó y se fue. Yo no hice nada
por detenerle. Tú no te creíste
ni una palabra de esta historia, pero
yo me lleno de angustia y de tristeza,
aunque quiera evitarlo, si recuerdo
al cíclope del Parque del Oeste.


Propusimos varias tareas de escritura:

1. Hacer un sonetillo tratando de imitar a José Hierro a partir de un listado de palabras monosílabas: "FE DE MÍ: di fe de mí y sé que fui, no sé hoy lo que soy".
Transcribimos aquí el trabajo de Antonio Castaño:

QUÉ BIEN

Hoy
qué
bien
voy

Sol
soy
sin
tos


con
miel


me
fue
bien


2. Completar este soneto de Garcilaso pero con tus propias palabras. Procura que pertenezcan a un mismo campo semántico:

Soneto XI

Hermosas ____________, que en el río metidas,
contentas habitáis en las _________________
de relucientes ______________ fabricadas
y en columnas de _____________ sostenidas;
agora estéis ________________ embebecidas,
o ________________ las telas delicadas;
agora unas con otras ___________________,
contándoos los ________________  y las vidas;
dejad un rato la labor, alzando
vuestras ____________ cabezas a mirarme,
y no os detendréis mucho según ando;
que o no podréis de _____________ escucharme,
o convertido en ____________ aquí llorando,
podréis allá de espacio __________________.


Versión soneto XI

Hermosas cebollas, que en río metidas,
contentas habitáis en las ensaladas
de relucientes capas fabricadas
y en columnas de surcos sostenidas;
agora estéis creciendo embebidas,
o rumiando las telas delicadas;
agora unas con otras enfrascadas,
contándonos los sabores y las vidas;
dejar un rato la labor, alzando
vuestras altivas cabezas a mirarme,
y no os detendréis mucho según ando;
que no os podréis de olvidar escucharme,
o convertido en cebollino aquí llorando,
podréis allá de espacio cosecharme.

Antonio Castaño


Versión soneto XI

Hermosas flores que en río metidas
contentas habitáis en las bancadas
de relucientes pétalos fabricadas
y en columnas de tallos sostenidas

agora estéis ornando embebecidas
o bordando las telas delicadas
agora unas con otras consoladas
contándoos los colores y las vidas.

Dejad un rato la labor, alzando
vuestras cromadas cabezas a mirarme
y no os detendréis mucho según ando;

que o no podréis de pesares escucharme
o convertido en lago aquí llorando
podréis allá de espacio confortarme.

Mercedes González


Sonetillo

¡Yo
qué

Dios!

Por
ser
fiel
yo,

soy
quien
soy

¡bien
doy
fe!

Mercedes González